LA CALIDAD DE LA EDUCACIÓN SUPERIOR Y LA FILOSOFÍA DE LA EDUCACIÓN
Por:
Aurea Hernández Arratia
El presente documento
muestra la preocupación por las problemáticas que han surgido alrededor de la educación
superior en México, así como algunas de las necesidades que tiene actualmente,
se hace incapie en la necesidad de ofrecer una educación de calidad, así como
al papel del profesor dentro de ella, recordando algunas de las funciones que
le corresponden, así como la importancia que tiene la filosofía de la educación
en la práctica cotidiana del profesor para incrementar la calidad.
México, como en muchos otros países existe la preocupación
por la educación superior, lo que ha ocasionado que se realicen diversas investigaciones
sobre ella, detectando las problemáticas a las que actualmente se enfrenta,
desde distintas posturas y enfoques, obteniendo cada una de ellas posibles
soluciones. El autor Enrique Luego González en el trabajo Tendencias de la educación
superior en México: una lectura desde la perspectiva de la complejidad retoma a
algunos organismos internacionales, tales como el Banco Mundial, la CEPAL y la
UNESCO, afirmando que:
Discuten
sus recomendaciones y el sentido que adquieren las políticas de
evaluación, en ocasiones desde posiciones
extremas. Estos debates reflejan la pluralidad de enfoques e interpretaciones
sobre los procesos y proyectos educativos en cada país, (…) Sin embargo los
criterios más aceptados en nuestro país –según destacados investigadores- para
reorientar las reformas de las instituciones de educación superior son los de
la UNESCO, los cuales se resumen en: Calidad, pertinencia e
internacionalización. La calidad entendida multidimensionalmente –calidad del
personal docente, de los programas académicos,
de los estudiantes- (Luengo, 2003:21)
De este texto podemos
rescatar que la educación superior en México tiene diversas problemáticas, pero
dentro de las necesidades más relevantes, requiere incrementar su calidad,
situación en la que deben intervenir todos los involucrados en ella, desde las
autoridades que diseñan las reformas educativas y elaboran los programas de
estudio, incluyendo a los docentes, quienes en la educación escolarizada son
los principales intermediarios entre dichos programas y los alumnos, y
finalmente los alumnos que son los actores principales de la educación, pues
son ellos quienes la adquieren y es mediante ellos que se determina si la educación
es o no de calidad y sin ellos la educación no tiene razón de ser.
Por su parte el autor
Luis Porter, también preocupado por la educación en la Universidad Autónoma del
estado de México, una de las universidades más importantes en nuestro país,
hace una crítica a la educación y a sus actores, en su libro La Universidad de
papel, ensayos sobre la educación superior en México, basándose en distintos
resultados de seminarios y estudios sobre la Universidad en México, concluyendo
que:
La
Universidad pública mexicana, dedicada a la producción de nuevo conocimiento y
principalmente a la formación de nuevos cuadros profesionales, está gobernada
por grupos e individuos que se han olvidado por aprender. Son los que están a
cargo de la toma de decisiones de la institución los que más se resisten a la
autocrítica, asumiendo una actitud de desdén hacia la idea de seguir
aprendiendo(…) La razón: no existe una conciencia de lo que significa
cuestionarse constantemente (Porter, 2003: 90)
Esta crítica muestra
uno de los posibles motivos por los cuales la educación carece de cierta
calidad, ha perdido su esencia, dejándose llevar por objetivos distorsionados
de las autoridades que la dirigen, en consecuencia, si aquellos gobernantes siguen
en su confort, no adquieren una conciencia, si no asumen el papel que les
corresponde, si no se mantienen a la vanguardia en sus campos, difícilmente
podrán tomar las decisiones adecuadas y pertinentes que necesita la educación
para poder alcanzar los niveles de satisfacción que requiere la sociedad
mexicana y ser competitiva ante la globalización, evitando que siga rezagándose
cada vez más frente a las grandes potencias mundiales, dejándonos en desventaja
ante ellas.
Pero como ya se ha
mencionado antes, el incrementar la calidad en la educación superior es trabajo
de muchos, no solo de las autoridades, si no que también de los profesores,
quienes juegan un papel fundamental en esta situación, pues son ellos quienes
son los transmisores del conocimiento, las habilidades e incluso, las actitudes
de los alumnos, son quienes están en constante contacto con los alumnos y
quienes pueden lograr un mayor cambio, pueden, incluso marcar el futuro de sus
alumnos, pues si ellos no desempeñan un buen trabajo, de nada sirve tener los
mejores programas, instalaciones y recursos.
Dada la importancia
del profesor, es necesario hacer un análisis más profundo del papel que juega
dentro de la calidad de la educación, por ello, Francisco Ayala en su libro La Función
del Profesor como Asesor asegura que “Todos
los profesores independientemente del nivel en que se desempeñan, pueden
distinguir tres fuentes importantes desde donde se les mandan diferentes
funciones: la sociedad, la institución educativa y la relación con sus
alumnos.” (Ayala, 2006: 3). Entonces, para obtener una educación de
calidad, esta debe responder a los requerimientos de la sociedad, de la
institución en que labore y además de la relación interpersonal con sus
alumnos. Del mismo modo hace referencia al docente como profesional resaltando
que éste “…está comprometido con la autorreflexión y el análisis de las
necesidades del alumnado…” (Ayala, 2006: 9), también enlista algunas de las
funciones del docente en la educación superior:
Es
un referente con quien el joven puede ensayar formas de socializar.
Genera
espacios de condiciones semejantes a la realidad para que el joven ponga en práctica habilidades. Facilita
la integración del joven a la vida productiva. Orienta el desarrollo del alumno
posterior a los estudios profesionales. Estimula el compromiso profesional y
social del alumno. Determina el tipo de relación que el joven establece con el
conocimiento.”(Ayala, 2006: 6-7)
Entonces debemos
recordar que la función del profesor dentro de la calidad de la educación, es
de vital importancia dentro del proceso de enseñanza aprendizaje, no solo
consiste en transmitir los conocimientos establecidos en un programa, sino que
va mas allá, debe preocuparse por la convivencia con sus alumnos, pues de ella
dependerá en gran medida que pueda crear ambientes de aprendizaje
significativos para que los alumnos sean más capaces, además de ayudar a formar
ciudadanos con valores y principios, marcando una diferencia en su futuro
profesional y personal.
Entonces al ser el
profesor una pieza clave en la calidad de la educación, éste debe hacer ciertas
reflexiones y análisis sobre su práctica, para ello, tendrá que ser en mayor o
menor medida un filósofo, un filósofo de la educación, haciendo uso de la
filosofía de la educación, para comprender un poco más de este tema el autor T.
W. Moore en su libro Filosofía de la educación plantea que:
En
la filosofía de la educación se pretende responder preguntas tales como: ¿Qué
involucra la educación?, ¿Qué es exactamente enseñar?, ¿Cuánto se puede afirmar
con propiedad que se sabe algo? ¿Qué criterios deben satisfacerse para decirse
que lo que un maestro hace puede caracterizarse verdaderamente como punitivo?,
¿Qué quiere decir que todos los niños tienen igualdad de oportunidades? (…) Las
preguntas de este tipo y sus respuesta involucran al filosófico (Moore, 2006: 22)
Muchos docentes disminuimos
la calidad de la educación, cuando nos dejamos arrastran por la cotidianidad de
las clases, enfocándonos a transmitir un conocimiento que se nos estableció en
un programa de estudio y posteriormente incluimos en una planeación de clase,
pero cuantas veces nos hemos hecho alguna de estas preguntas, cuántas veces
hemos analizado nuestra propia práctica. El profesor al hacerse estos y otros
cuestionamientos cotidianamente, le surgirán cada vez más y más dudas que
tratara de responder y al intentar respóndeselas, buscará más información,
nuevas alternativas, obteniendo una mayor visión sobre su práctica, si se hace
estos cuestionamientos y se autoanaliza, podrá redescubrir los que significa la
educación, encontrara nuevos caminos en su práctica y obtendrá mejores
resultados de sus alumnos.
El profesor y el
alumnos son la última pieza que intervienen en el proceso de enseñanza
aprendizaje, la relación que existe entre ambos no se puede romper, ni se puede
evitar que el profesor tenga cierto nivel de influencia en sus alumnos, ya sea
positiva o negativa, un profesor, inconscientemente y sin saberlo puede hacer
la diferencia en las decisiones trascendentales de sus alumnos, es por ello que
el docente debe preocuparse por brindar una educación de calidad y la mejor
manera de evaluar si su práctica es adecuada y cumple con los requerimientos,
es haciendo un autoanálisis constante y objetivo, con ayuda de la filosofía de
la educación, para poder detectar aquellos aspectos que se necesitan reforzar y
mejorar lo que está haciendo bien.
Bibliografía.
1.
AYALA AGUIRRE, Francisco G., (2006): La Función del Profesor como Asesor, México, Ed. Trillas
2.
LUENGO GONZÁLEZ, Enrique (2003): “Tendencias de la Educación Superior en México: una lectura desde la
perspectiva de la complejidad”, Trabajo elaborado para el Seminario sobre
Reformas de la Educación Superior en América Latina y el Caribe, realizado el 5
y 6 de junio del 2003, en Bogotá, Colombia, bajo los auspicios del Instituto
Internacional de la UNESCO para la Educación Superior en América Latina y el
Caribe (IESACC) y la Asociación Colombiana de Universidades (ASCUN).
3.
MOORE, T.W., (2006): Filosofía de la educación, ed. Trillas, 2da. Ed., México.
4.
PORTER, Luis, (2003): La universidad de papel, ensayos sobre la educación superior en México,
UNAM, México.
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