VISION DE EDUCAR
VISION DE EDUCAR
BLANCA ESTHELA HERNÁNDEZ BERNAL
Ubicar
a la Pedagogía dentro de las ciencias o justificarla como una ciencia se
vislumbra como una empresa sumamente fatigosa. Esta tarea tiene que partir de
las implicaciones semánticas de los términos utilizados. ¿Qué es la ciencia?,
¿qué características debe tener un campo de conocimiento para ser considerado
como ciencia?, ¿qué características hacen a la Pedagogía ser considerada como
ciencia?
Un
hecho es seguro, del concepto que se tenga de ciencia dependerá si la Pedagogía
puede ser considerada una ciencia o no. Se ha dicho que la Pedagogía es un
arte, un conjunto de conocimientos, una tarea, una disciplina, sin embargo el
hecho del intento de justificarla como una ciencia solamente responde al
intento de darle fundamentación para que pueda ser considerada como valiosa y
digna de estudiarse en un contexto como el actual en donde lo científico es
tenido como sinónimo de veracidad. Si la Pedagogía se ha de tener en cuenta
como un campo aparte de conocimiento, valioso en sí mismo, solamente puede
hacerlo asumiéndose como plenamente científica. Pero, ¿qué le puede dar la
cientificidad a la Pedagogía?
Se
ha asumido ya que el entendimiento tiene implicaciones y exigencias semánticas.
A partir de este supuesto había que delimitar y aclarar qué se entiende o debe
entenderse cuando se utiliza el término “ciencia”, o lo que es lo mismo, ¿cuál
es la naturaleza de la ciencia?
Es
evidente que, actualmente, se siente un gran aprecio por la ciencia.
Aparentemente existe la creencia generalizada de que hay algo especial en la
ciencia y en los métodos que utiliza. Cuando a alguna afirmación, razonamiento
o investigación se le denomina “científico”, se pretende dar a entender que
tiene algún tipo de mérito o una clase especial de fiabilidad. Ahora bien, se
tienen muchas pruebas procedentes de la vida cotidiana de que se tiene en gran
consideración a la ciencia, a pesar de que haya cierto desencanto con respecto
a ella debido a las consecuencias de las que se le hace responsable, tales como
las armas de destrucción masiva, la contaminación y el calentamiento global.
Los anuncios publicitarios afirman con frecuencia que se ha mostrado
científicamente que determinado producto es más blanco, más potente, más
atractivo; con esto esperan dar a entender que su afirmación está especialmente
fundamentada e incluso puede que más allá de toda discusión. De manera similar
en otros ámbitos, tales como el religioso se han dado intentos de darle
cientificidad a las afirmaciones y a la tradición, esto ha derivado en un libro
titulado “Y la Biblia tenía razón” donde se exponen investigaciones tenidas por
científicas que justifican la cientificidad de afirmaciones como la de que
Jesús caminó sobre el agua, en suma, se constata una apelación directa a la
autoridad de la ciencia y de los científicos.
El
gran respeto que se tiene por la ciencia es evidente pero no se limita a la
vida cotidiana y a los medios de comunicación populares. Resulta evidente en el
mundo académico y universitario y en todos los sectores de la industria del
conocimiento aquellos que los apoyan describen muchos campos de estudio como
ciencias, presumiblemente en un intento de hacer creer que los métodos que usan
están tan firmemente basados y son potencialmente tan fructíferos como una
ciencia tradicional tal como la física, las matemáticas o la biología. Así por
ejemplo se asume a la Psicología como ciencia porque parte de la observación,
hace experimentación y obtiene resultados visibles. Pero todo esto encierra y
supone una idea errónea de lo que es o debe ser la ciencia.
Para
ganar en entendimiento a partir de la semántica habría que partir de la
etimología de la palabra “ciencia”. La palabra “ciencia” viene del latín
scientia, del verbo scire, que significa “saber”. Tienen el mismo origen
palabras como “consciente” (con saber, bien despierto), “conciencia” (capacidad
de saber), “concientizar” (hacer que alguien sepa), “inconsciencia”, y “necio”
de nescius (ignorante). Durante mucho tiempo la búsqueda del “saber”, de la
“sabiduría”, hizo que a algunas personas se les considerara “filósofos”,
amantes o buscadores del saber. Estas personas buscaban el saber, pero no un
saber por saber, sino un saber para poder vivir, para saber vivir y para saber
morir; en suma, un saber que buscaba construir al ser humano como tal. En esta
búsqueda del saber estas personas pusieron las bases para lo que después se les
llamaría “ciencias”, que no fueron más que campos de estudio cada vez más
especializados que muchas veces han tomado como verdades y más aun excluxiva de
unos cuantos.
Los
parámetros o criterios de demarcación para considerar a un campo de
conocimiento como científico han sido varios a través de la historia: la
inducción a partir de la experiencia, la observación, el falsacionismo, el
racionalismo, el empirismo, el realismo, el instrumentalismo, por mencionar
algunos. Sin embargo se puede constatar que se ha perdido como parámetro el
elemento humanista del saber que buscan los campos diversos de conocimiento. La
especialización ha venido a generar grandes avances en algunos campos de
conocimiento pero también ha generado una fragmentación del saber mismo. La
búsqueda del saber (que aquí equivaldría a lo que se puede considerar como
ciencia) ha sido derivada en la búsqueda de saberes. Con esta fragmentación se
ha originado una percepción reducida, al intentar ver o interpretar la realidad
toda desde un solo ángulo.
Con
todo, queda un núcleo fundamental para considerar a un campo como científico:
el elemento del saber, y el elemento humano. Si un campo determinado aspira a
ser considerado como científico habría que considerar qué tanto busca el saber
y qué tanto este saber que busca es constructor del ser humano. El vicio a superar
es que algunos campos de conocimiento son considerados como ciencia a partir de
la fiabilidad de sus saberes pero se ha dejado de lado la humanidad de estos
saberes. El saber que puede ser considerado científico solamente es el que
aporta algo para la construcción y realización del ser humano como tal, porque
¿de qué sirve saber si ese saber no es constructivo? ¿Cumple la Pedagogía, como
campo de conocimiento, con estas dos condiciones para ser considerada ciencia?
Para responder a esta pregunta hay que proceder como con otros campos de
conocimiento, analizándola en su constitución para decantarse por una respuesta
coherente y suficientemente sustentada. Para determinar si la Pedagogía es o no
ciencia podemos investigar cuáles son sus fines, los cuales pueden ser
diferentes de los que comúnmente se piensa que son o de cómo comúnmente son
presentados, y podemos investigar los medios utilizados para cumplir dichos
fines y el grado de éxito logrado ; según Chalmers este es el camino para poder
determinar si un campo es científico, analizar sus fines, sus medios y sus
logros. Ardua tarea hacerlo con la Pedagogía.
Para
no caer en las concepciones interminables de los llamados pedagogos acerca de
lo que es la Pedagogía hay que tomar como punto de partida la definición del
diccionario de la RAE acerca de la palabra “pedagogía”: ciencia que se ocupa de la educación
y la enseñanza. Aunque esta definición no agota ni aclara el término,
aclara el objeto de la Pedagogía: la educación y la enseñanza. La Pedagogía es
un campo de conocimiento que aborda dicho aspecto de la realidad. Entonces sus fines son expresados en la búsqueda
constante de saber acerca de la educación y la enseñanza de los seres humanos
(aunque etimológicamente implique a los niños).El saber que se busca, lo que se
quiere saber en este campo de conocimiento es: ¿qué es educar?, ¿qué
implicaciones tiene la enseñanza?, ¿cuáles son las condiciones de posibilidad
de la educación y la enseñanza?, ¿qué enseñar y qué no enseñar?, ¿cuáles son
las condiciones que limitan la educación?, etc., solamente son preguntas que
reflejan lo que se quiere saber (de lo que se quiere hacer ciencia). Y estas
preguntas se quieren responder para, finalmente, educar y enseñar, de la mejor
manera posible en cualquier momento histórico, al ser humano. Concluyamos en
esta parte que la Pedagogía busca saber (hacer ciencia) cómo educar y enseñar
teniendo como centro al ser humano concibiéndolo como siempre perfectible. La
Pedagogía busca hacer al humano más humano. Cuando no busca esto ya no es
Pedagogía sino área de adiestramiento u otra cosa.
En
cuanto a los medios utilizados para realizar la tarea de la enseñanza y el
aprendizaje, la mayoría provienen de las teorías psicológicas o de un área que
se ha dado por llamar Didáctica. Los medios han ido cambiando a través del
tiempo en función de lo que se entiende por “educación” en su relación con el
ser humano. Cuando se pensaba que los adultos eran seres humanos acabados y los
infantes habían de ser formados se volcaron las herramientas y el trabajo hacia
ellos. Ahora que se concibe la educación como un proceso intrínseco a la vida
misma se pretende crear herramientas para educar al ser humano durante
supuestas etapas de formación. Parece que aquí ha estado una debilidad de la
Pedagogía como campo de conocimiento, en algunas ocasiones se ha valido de las
teorías psicológicas, casi como recetarios en mano, para su tarea. Basta ver
los algunos libros de Pedagogía que sugieren implícitamente dosis de
conductismo, constructivismo, psicología de la forma, etc. Quizás esta
debilidad viene de ser un campo de conocimiento relativamente nuevo y de que
los “grandes pedagogos” son especialistas de otras áreas
Los
logros de la Pedagogía aun son pequeños en comparación con otros campos de
conocimiento. Se ha logrado constituir como la “especialista de la enseñanza y
la educación” pero se ha quedado en la esquematización de la educación. A
partir de la Pedagogía se intenta
innovar en modelos, esquemas y formas de educar pero, si se queda en
solamente esquematizar y darle concreción al concepto abstracto de “educación”
entonces los alcances y los logros serán demasiado cortos.
La educación crea polémica en cuanto a lo
que debería y debe ser, cotidianamente
se retoma como educación el hecho de haber ido o no a la escuela, sin embargo
no necesariamente es así, esta se puede adquirir en diferentes lugares, sea
esta consciente o no, por ejemplo en casa se es educado, en algún otro momento,
claro ejemplo lo es la educación prehispánica, en donde las mujeres enseñaban a
sus hijas las labores “propias de una mujer” y por su parte los padres con los
hijos varones a pesar y además de la existencia de escuelas formales; la
educación humana es la suma total de lo que ha aprendido, la educación es el
aprendizaje bajo el control del ser humano; por esto la educación se ha
dividido en tres tipos que son: la educación del medio, que refiere a los
hábitos, lo aprendido en la cultura determinada y es el medio el que la
propicia, conocida también como educación por contagio social. La educación
informal, es aquella que tiene la intención pero no la instrucción, en donde la
educación no termina en la escuela; un partidario de esta idea es Ivan Illich,
quien habla de una desescolarización, en donde apoya la idea de ser educado, de
aprender y cumplir con “los principios” que tiene la escuela pero sin asistir
formalmente a una, concuerdo un poco con esto, idealmente la escuela educa y
forma ciudadanos democráticos, deseables para la sociedad, humaniza y demás,
sin embargo en mi percepción en la escuela también se aprende lo contrario a
ello, los chicos se corrompen e incluso nos corrompemos, nos basamos en el
estimulo respuesta, en si lo hago, pero
¿qué recibo a cambio?, otra cosa que se aprende es a simular que se hace y no
se hace nada es decir solo las apariencias, a memorizar, a decir en casa a la
escuela a estudiar cuando solo somos escuelantes porque nos dedicamos a todo lo
demás y no a estudiar, a ser corruptos con
tal de acreditar, el hecho de la copia en exámenes, el aplicar el “lema” de el
fin justifica los medios, a hacer trampas con tal de librar un castigo.
La
filosofía de la educación está enfocada en el ámbito educativo, va a discutir y
criticar las teorías que rigen al sistema de educación, cuestiona qué clase de
escuela queremos y que estamos haciendo para obtenerla, Si ésta pretende formar
al hombre en su integridad, ¿quién más que la filosofía puede darle una idea de
esa integridad? El educador no puede emprender su misión, si antes no se ha
trazado por lo menos un esbozo del punto a que se debe llegar, es decir una
"imagen" del hombre a formar, además de que se menciona esta debe
llevar a lo que se denomina la “vida buena”, aunada a ella la pedagogía como
ciencia está en recuperar sus inquietudes fundamentales acerca de la educación
y la enseñanza, de tal manera que, si surge una pregunta acerca de éstas, en
cualquier contexto, la Pedagogía tenga una respuesta, con un lenguaje propio,
satisfactoria y suficientemente clara. Por otro lado, sus respuestas y su tarea
jamás deben quitar del centro al ser humano, a la construcción de lo humano.
Todo
lo que pueda lograr saber la Pedagogía acerca de la educación y la enseñanza
tiene que estar en función de la construcción del ser humano. Solamente así
puede considerársele ciencia, a partir de la búsqueda de un saber en un aspecto
de la realidad que ninguna otra área busca, y a partir de la potenciación del
ser humano como tal, algo así como hacerse sublime y trascenderse a sí misma
para convertirse en antropogogía, que
conduzca al ser humano en su totalidad a constituirse como tal. La tarea está
aún por realizarse y urgentemente, en nuestro contexto donde se percibe la
despersonalización, la deshumanización, diferentes tipos de barbarie y de
cierta decadencia humana. Urge saber cómo conducir
a los seres humanos a constituirse como tales.
BIBLIOGRAFÍA
Abbagnano, Nicola y Visalberghi, A.: Historia de la Pedagogía, FCE, México, 1964.
Adorno, T. W.: Educación
para la emancipación, Ediciones Morata, Madrid, 1998.
Chalmers, Alan F.: ¿Qué
es esa cosa llamada ciencia?, Siglo XXI, México, 1990.
Cuellar Pérez, H. (2010). ¿Qué es la Filosofía de la
Educación? Filósofos de la educación, Naturaleza de la educación, Relación con
otras ciencias. México: Trillas.
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